lunes, 15 de noviembre de 2010

Uno de muchos

Hoy publico este artículo de Salvador Benítez Gallego, que espero que a partir da ahora escriba en este blog.

AL habla un humilde ciudadano que pertenece a ese grupo de casi el 64 % de personas preocupadas por la clase política que parece que nos ha caído del cielo en los últimos tiempos. Me identifico pues con un porcentaje que no es nada despreciable, es más, es el mayoritario.

Atrás quedaron aquellos recuerdos de quienes en su día se esforzaron en dar a este país una democracia que ha servido de ejemplo en el mundo: el ejemplo de un país que eligió dejar atrás las pesadillas del pasado en aras de un futuro mejor. A todos ellos, incluida nuestra Monarquía, gracias; porque podrá uno compartir o no cierto apego a dicha institución pero lo cierto es que nuestro Rey se ha ganado a pulso el reconocimiento de todos los españoles.

Desgraciadamente, después de 30 años la clase política ha cambiado mucho, a peor, y si no que le pregunten a cualquiera de esos 64 de cada 100 ciudadanos. Desde Ayuntamientos hasta el Gobierno, ninguna institución puede lanzar la primera piedra y quedar "libre de pecado". Y no olvidemos que las instituciones como tal son solo agrupaciones de personas, los políticos, que han perdido el beneplácito de gran parte de sus representados que precisamente son la base de su legitimación.

Instituciones que en muchos casos lo que suponen es un despilfarro para nuestros bolsillos y que los que de ellas viven se empeñan en hacernos creer que tan necesarias son. Mi primer acto de humildad y sinceridad conmigo mismo, ha sido dejar el partido político en el que me afilié tan pronto como mi mayoría de edad me lo permitió. Porque ya no puedo participar en algo que para mi se convierte día a día en un espectáculo deleznable.

Extraño es el día en que los medios de comunicación no nos sorprenden con casos de corrupción, con decisiones políticas que no alcanzamos a comprender, con reformas prometidas que nunca llegan o con ejemplos que nos hacen pensar que nuestros políticos gobiernan en lo que han terminado por pensar que es su "feudo privado" de 3 años y 11 meses que es el tiempo en el que nos mantienen olvidados.

La democracia, tal y como ha quedado configurada en nuestro país, ha permitido que muchas personas obtengan cuotas de poder que por sus propios méritos no merecen.

No seré yo quien defienda el "despotismo ilustrado" ni de los que piensen que solo los mejores tienen derecho de acceso a la representación del pueblo pero desde luego si seré el primero en defender que nuestro sistema merece una corrección inmediata en aras de hacerla verdaderamente democrática y pienso que tomar como ejemplo a los EEUU en este punto en concreto si es un acierto -Al César lo que es del César-: el acierto del triunfo del pueblo sobre la clase política donde los políticos, desde los más bajos escalafones de sus circunscripciones, obtienen esa representación en la medida en que demuestran su valía.

La Democracia no es mala en sí -aunque algunos la defiendan porque piensan que es el menos malo de los sistemas- sino el uso que de la misma se está haciendo en este país. Hemos llegado a un punto en que para encontrar los mejores argumentos en contra de la misma, tan solo tienes que conversar unos minutos con el votante medio… y eso es un serio problema.

¿Acaso nosotros no somos merecedores de tan legítimo derecho? No fueron las armas esgrimidas frente a la colonia opresora las que nos dieron el derecho a la libertad sino nuestra voluntad de consenso y entendimiento entre todos para obtener el mismo resultado a través de un proceso mucho más encomiable que la lucha armada de siglos anteriores.

Pero os confieso que pese a todo, lo que no he perdido es la esperanza en nosotros mismos y anhelo el día en que un grupo de personas venzan la tan extendida pasividad a la que estamos acostumbrados y no nos limitemos a decir lo descontentos que estamos sino que hagamos algo de verdad por solucionarlo. Sirva la presente opinión como mi primer paso sin que sea necesario ser un gran valiente para confesaros lo que la gran mayoría pensáis de todo esto. El camino no es sencillo pero no podemos permitir que con nuestro sacrificio se siga manteniendo una situación y a una serie de personas que no nos merecen.

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