jueves, 9 de septiembre de 2010

CONVERSACIONES DE PAZ O SAINETE ENTRE ISRAELIES Y PALESTINOS

Obra corta, dramática que representa costumbres populares de forma grotesca, eso es a lo que hemos asistido con las conversaciones entre israelíes y palestinos, con anfitriones de peso y convidados de piedra.


Bajo la atenta mirada de los insignes actores de reparto, los figuras acuerdan “hablar”, como si hablar fuera un fin en sí mismo, y el hecho de tener comunicación suponga la solución de algún problema; por supuesto que hablar es mejor que nada, pero en el mundo de la comunicación, lo de hablar ya no basta, y menos cuando el dialogo es de sordos.

Pues a pesar de este liguero inconveniente, el de la sordera, todos estaban contentos, y califican de éxito el encuentro; claro que luego viene el Sr. Lieberman, ministro de relaciones exteriores, y dice “su partido bloqueará cualquier intento para extender las restricciones sobre nuevos asentamientos” y el presidente de la autoridad palestina amenaza “con suspender el dialogo”; y claro tiene que venir la administración americana y llamar a unos, pagar a otros y sonreír a todos para que su puesta en escena no parezca que era eso, una obrilla teatral mal interpretada y peor finalizada.

De la obra interpretada, todos conocemos el argumento, la trama, el desenlace y a los actores; y lo más grave, todos sabemos que con estos actores la obra siempre terminará igual. Estados unidos ha tomado el papel de policía mundial pero es presa de sus compromisos en el mundo (sociales y económicos), éstos que le llevan a cada paso al callejón de la ignominia cuando niega en derecho a unos lo que da en privilegio a otros; de otro lado el presidente de Israel, quien habla en boca de cuatro o cinco partidos políticos en perpetua catarsis coaligada; y el Palestino quien casi no puede hablar en boca ninguno, ni tan siquiera de la mayoría de los palestinos residentes, mucho menos de los desplazados en una diáspora que compite con la de sus vecinos.

Si el problema es que los actores no tienen credibilidad ni autoridad moral; Europa, más allá de constituirse en “palmero mayor”, debería forzar de un lado, que esa parte del mundo tenga una democracia “operativa”, Israel tendría que buscar un sistema de elección que impidiera la necesidad de coaliciones pluripartidistas; los palestinos algo que impidiera la llegada al gobierno de partidos pro bélicos, pero un gobierno con respaldo social (para eso hace falta que Iran quiera); y en todo caso los Estados Unidos tendría que dejar su papel de policía planetario, un papel que seguramente no quiere pero del que no puede librarse, y buscar en una nueva ONU, la moralidad que falta en su política y en la de la ONU actual.

Más allá de todo eso, y mientras llega esta nueva ONU; los israelíes deberían hacer por cada casa que construyan o construida en territorio ocupado dos casas para los palestinos; y el resto del mundo, por cada día de paz, una desaladora, un kilometro de carretera, un campo de cultivo, un hospital, porque la Esperanza en un mundo mejor es lo único que conduce a la paz, más allá de que las “palabras” sirvan para comunicarla.


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