martes, 22 de junio de 2010

CUANDO PROSTITUIMOS LOS SISTEMAS DE PROTECCION SOCIALES III, (EL MANTECAS).

Todos conocemos de individuos que aprovechan que se rompieron una uña para justificar una baja laboral; no son muchos los que así actúan, espero; y para conseguirlo precisan además de su “soltura” la desidia de un especialista (medico o similar) y la falta de control de la administración.

Hace unos días me comentaron varios hechos, que de ser producto de una misma persona, ésta debería presentar candidatura a los guines; es por tanto que los hechos que les paso a contar y que ponen de manifiesto “la soltura”, “la desidia” y la falta de control en nuestro sistema de coberturas sociales, no son ficticios, son reales, aunque no me los contaron de la misma persona.

El individuo en cuestión, varón en la cincuentena obedece a las iníciales Rpunto Jpunto Pypunto estuvo trabajando en una empresa mecánica de cualquier ciudad de España, de orientación sociopolítica “de izquierdas convencido” y sindicalista de convicción o necesidad; sin haber cursado estudio alguno, participo activamente en generar opinión y causa para con su sindicato entre sus compañeros, argumentó mejoras laborales y de seguridad que fueron más un “porculeo” a la empresa que algo que redujese lo posible y lo probable en la actividad diaria en su industria.

Fruto de esta actividad sindical consiguió un despido improcedente que la empresa pago “holgadamente” para perderlo de vista; él, por supuesto, no quiso que le pagaran lo estipulado legalmente y abrazó, no sin contento y de motu proprio lo que la empresa le ofrecía; siempre considerando que le pagaban más de lo legalmente establecido por sus años de dedicación y entrega manifiesta.

R. J. Pi. Había padecido durante su periodo laboral, dolores en el pecho que achacó a ataques de corazón, de los que conservaba un sinfín de partes de baja; por lo que ya liberado de la carga del trabajo y cobrando el subsidio por desempleo, tuvo tiempo de volver sobre su dolencia y conseguir mediante el empleo de varios informes médicos, una calificación de minusvalía, que además de para cobrar una paga por la misma, le sirvió para presentarse a una oposiciones a conserje de centro educativo.

La convocatoria a la plaza era perfecta, había dos plazas reservadas para minusválidos y verbi gracia del destino, él era el único aspirante con minusvalía. La plaza fue para Rpunto , quien seleccionó destino y se planto en un colegio a escasos minutos de su vivienda habitual.

Una vez allí, aprendió cuales eras sus cometidos y en particular, que todo lo que no fuera cometido suyo seria de otro y él no debía hacerlo; una de sus funciones era la de encender la calefacción; en su primer año de conserje consiguió de la administración que instalasen un sistema automático de encendido y apagado, consiguió un sistema automático de apertura de la puerta delantera, con un interruptor en la mesa de la secretaria del centro, para el caso de que él no estuviera que ella accionase la puerta; como había que hacer sonar la campana para el recreo y salida, consiguió se instalara un sistema programado; que venía un niño tarde, que la madre le acompañase o llamaba al jefe de estudios dado que sus cometidos no incluían acompañar a los niños; que algún niño vertía agua en el piso, ya se encargaba de llamar para que alguien de los servicios de limpieza acudiera, etc…; eso si a las diez acompañaba a su mujer a desayunar y ya puestos a veces volvía a las 12 a las 13 o incluso llegaba tarde y era la secretaria con su pulsador la que permitía que los niños salieran del centro.

Cuentan las malas lenguas que en 2008 se dio de baja en múltiples ocasiones, para atender a su padre que estaba enfermo, no obstante de no hablarse con él desde que tenía 25 años y por supuesto no haber ido a cuidarle, que para algo no se hablaba con él.


Este señor ejercía su trabajo en un área dotada de mostrador, una mesa de camilla, sillas, etc… pero estaba a la vista de todos por lo que pidió que se le hiciera un despacho con su puerta, a lo que el centro contesto que su cometido dependía de estar en contacto con el centro y no aislado; pero Rpunto no se rindió y como el delegado de educación era de su partido consiguió que le paneleasen el mostrador con cristal y le pusieran una puerta; no fue bastante, el quería intimidad y protesto porque el cristal no impedía que atravesara el frio (dirán ustedes que frio, si esta dentro de un centro con calefacción, tiene una mesa camilla con sallas y un calefactor y está en un espacio acristalado), ni su amigo el delegado encontró justificación para hacer nada más; pero lejos de amedrentarse apareció ante el director con una solicitud para que le cubriesen los cristales con una pantalla térmica (que echo sea de paso vale un ojo de la cara) y un certificado médico en el que podía leerse que el paciente “podía sufrir de shock térmico”; seguramente ustedes se preguntarán cómo, pero como no son facultativos en medicina no podrán jamás conocer la respuesta.

Sin duda ninguna este relato debe englobar a más de una persona, pues no debe haber individuo tan “eficiente” en el uso y abuso de los sistemas de protección; en un solo individuo la administración no puede haber cometido tanta desidia y la inspección tanta falta de celo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿CoVerturas? ¡Mis ojos! ¡Mis ojos!