miércoles, 27 de enero de 2010

LA LAICIDAD Y EL ANGELUS

Hace unas semanas, en este blogs, se produjo un hecho insólito, 15 comentarios en un artículo titulado “LA CORRUPCIÓN POLITICA DERIVA …” aunque los comentarios venían de uno anterior titulado “la laicidad” en éste un lector que se denomino “anónimo” se quejaba que nadie hubiera contestado a un planteamiento que hacía en los siguientes términos , “En un pueblo de nuestra provincia la parroquia emite a toda voz el Ángelus (oración y música de Schubert) todos los días a mediodía” y nos preguntaba como entendíamos nosotros eso de la laicidad en relación con este asunto y como actuaria UPyD si gobernara ese ayuntamiento.

Una vez establecido que los textos que se publican en este blogs, son opinión del autor o firmante y que pueden ser o no miembros de UPyD (unión progreso y democracia), pero que este partido ni es, ni se hace partícipe de ellos; se paso a exponer por parte de los que quisieron su visión del asunto. Yo en mi caso le plantee la solución vinculando “el ángelus” con un hecho “cultural” (religioso pero cultural) en tanto había sido algo tradicional aceptado hasta la fecha por todos, pero que debía de adaptarse a la legislación vigente que le afectase, es decir, debía entre otros cumplir la normativa de ruidos. Diferenciaba por tanto los acontecimientos sociales, culturales, religiosos, deportivos, etc… realizados en espacios públicos según se hubieran establecido antes de 1999 (es una fecha simbólica) o posterior a ella; y para los primeros establecía el sometimiento a la ley (la de ruidos, la medioambiental, etc…)sin más; mientras que para los segundos, es decir un acontecimiento social, cultura, religioso, deportivo, etc… que se quisiera instaurar en una población después de esta fecha, establecía un marco legal en el que se sometía a aprobación por ¾ partes de los representantes políticos (esta cantidad es relativa) o en referéndum por más del 50% de los votantes. Debo decir que “anónimo” el autor de la pregunta, nunca quedo convencido o yo no supe expresarme correctamente para exponerles los beneficios de mi postura o mi sentido de “laicismo”.

Todos tenemos claro que el Laicismo tiene dos fundamentos, uno legal (la separación de Iglesia y Estado) y otro ético (la libertad absoluta de conciencia moral); Aunque el primero parece claro “no hay que preguntar al clérigo sobre las razones para poner o no poner el ángelus”, no lo es tanto, al fin y al cabo la ley es voluntad de hombres y estos no pueden enajenarse de la condición humana; si tenemos en cuenta que el 90% de la población mundial profesa una fe la cosa se complica, pero si consideramos que el 100% de los hombres son “animales de fe” (y no me refiero a la fe religiosa, me refiero a que somos capaces de creer sin ver, de ahí que utilicemos los axiomas matemáticos sin plantearnos problemas de conciencia, entre otras), En cuanto a la vertiente ética yo diría que es ciertamente ambiguo, unir “conciencia” y “moral” en un mismo concepto, cuando la conciencia es “personal, propia, libre, etc..” y moral tiene que ver con “reglas referidas a la conducta o comportamiento de las personas, a su código de comportamiento social” no resulta de lo mas clarificador.

Esta situación no es única ni nueva, en la sociedad actual, el lenguaje sobre todo el periodístico o el político pero también el científico no es señor sino siervo y en este sentido nos estamos imponiendo conceptos teóricos de uso ambiguo o indeterminado; con ellos tratamos de enunciar un deseo general sin precisar mucho su contenido ni el modo de llevarlo a la práctica (cosa que a los políticos les encanta) utilizamos conceptos como los de “economía sostenible”, “poner en valor” o “libertad de mercado” que sirven a sus señores de forma ejemplar pero que contribuyen a lo que algunos llaman “cultura del silencio”; esa que hace que en la era de la comunicación se posibilite la corrupción de nuestro pensamiento, nuestro comportamiento por el lenguaje. Y no se trata de quemar la pólvora que tienen estos conceptos, ni su necesidad, me refiero a que se han de clarificar conceptualmente, revisar críticamente su status quo en relación con el mundo actual y por supuesto ser críticos pero no dogmaticos en relación con la forma de llevar a la práctica sus objetivos.

En este sentido, el concepto de laicismo que es relativamente reciente, primeros del siglo XX aunque tiene su germen en la Francia de la revolución francesa; nace en una sociedad homogénea con un anhelo de liberación en relación con el poder de la iglesia católica. La situación actual de un mundo “globalizado”, de estados de población cultural y religiosa heterogénea y con credos confesionales que van desde la relativización de los textos religiosos a su conformación como sentido absoluto, o desde la centralización y jerarquía de poderes eclesiásticos hasta la atomización e independencia de “rabí” (maestros en la fe). Esto implica que la aplicación de formulas jurídicas y éticas para llevar a efecto las condiciones de laicidad si es que alguna vez fueron positivas, posiblemente ahora no lo serán.

A esto viene a sumarse un nuevo concepto que podíamos denominar la “hiperlaicidad” se trataría de que a la separación del estado de la religión, se sumase ahora su separación en relación con su historia, con sus tradiciones; si el primero impone que “se retiren los crucifijos de todos los colegios” el segundo impone evitemos celebrar las fiestas del pendón (porque implican la demostración de una derrota en relación con población que vive en nuestros municipios), o quitar la fiesta de la hispanidad (porque supuso la pérdida de culturas milenarias) y quitar los toros (porque se hace sufrir al animal) o reescribir la historia en los libros de texto para que no ofendan o elogie al niño (marroquí, o catalán o Gallego) que la estudia, etc….

Es por tanto que el asunto que pretendía tratar este el artículo “como entiendo que un estado laico debe actuar ante un hecho, una petición, una actuación, es decir, como llevar a la práctica el laicismo en el mundo globalizado que nos ha tocado vivir” es tarea compleja, pero no por ello “anónimo” tenemos que dar de espaldas al problema y llenando los noticiarios de grandes frases, ambiguas expresiones, sin propuestas argumentadas, sin presupuesto asociado, sin análisis de daños colaterales, esperemos ,como suele hacer nuestros “electos” (políticos en el ejercicio del poder), que el tiempo solucione lo que no haya solucionado ya; pues lo peor para un “electo” es decir algo concreto que ponga de manifiesto sus errores, su insolvencia y su falta de diligencia pues si propones algo es para cumplirlo, de ahí que la mayoría de las propuestas que se realizan desde nuestros “ejecutivos” pasen por la creación de un comité de expertos, una mesa, un foro, o cualquier cosa para diluir, democratizar y dar plazo o tiempo a los problemas.
No obstante, “anónimo”, argumentar y definir el problema que supone en la realidad actual la aplicación de “laicidad” no lo he realizado para darle la espalda, sino para posicionarlo en toda su dimensión y proponer soluciones que por supuesto no apelaran al buen entendimiento y la concordia (que se suponen o no existen según interese), o al “cumplimiento de la ley”, ruidos, medio ambiente, trafico, etc., que han de cumplirse, pero no han sido diseñadas pensando en resolver otros problemas (no sería lógico aplicarlas para conseguir o negar planteamientos ligados la laicidad). Tampoco se aplica el laicismo ni se solucionan los problemas, negando la Mayor (prohibir, negar, reprimir, etc…).

Las soluciones han de ser éticas, no puede ir en contra de nuestros valores más íntimos, los libertad, igualdad, fraternidad, que ahora han de adquirir tintes “globales”; no podemos comportarnos como lo harían en otras civilizaciones, en otras culturas o morales, es decir, con total indigencia de su condición ética y mucho menos utilizando la ética como una herramienta de dominio; pues dejaríamos de tener credibilidad moral aunque nuestros detractores no tuvieran ninguna. Las soluciones han de ser consensuadas y aprobadas por mayorías notables (tanto de las instituciones como de las ciudadanías) y han de conducir, no cambiar de la noche a la mañana costumbres modelos y normas tradicionales, o imponer de forma rápida comportamientos públicos, porque detrás de los cambios están las personas, sus actividades, su forma de ser…. Y esto no puede, ni debe, ser modificado por real decreto.

Podemos negar los problemas peno no desaparecerán, podemos buscar soluciones a corto plazo pero el futuro nos alcanzará a todos, podéis criticar las propuestas, pero mientras tanto aportad la vuestra, porque entre todas estará la solución. Y no pensemos que porque no somos licenciados, ni doctores, ni tenemos título universitario que se precie, no tenemos nada que decir, nada que opinar, nada que votar, pues “En época de crisis es más importante la imaginación que el conocimiento” D. Alberto Einstein.

4 comentarios:

Benito Ortega dijo...

Pues eso: que habrá que hacer cumplir las leyes pero con sentido común y respetando todas las culturas, ¡¡incluida la nuestra!!....

.... y donde no haya ley o norma que regule algo pues habrá que ponerse manos a la obra.

P.D. El lenguaje humano es para mí lo más ambiguo que existe, sobre todo el hablado.

Gracias a esa ambigüedad convivimos, pero a veces también gracias a ella nos sentimos engañados.

Los Vendedores (como un político p.ej.) saben utilizar muy bien esa ambigüedad, pero también saben que no deben ser ellos los que confunden o engañan (léase convencen) al cliente/electorado, sino que es el cliente el que está predispuesto a escuchar lo que quiere escuchar, incluso engañándose a sí mismo.

La cuestión está en adivinar qué quiere escuchar el que está enfrente.

Jose L RAya dijo...

Querido Benito, no todas las culturas o las religiones merecen respeto, o por lo menos aquellos preceptos que van contra la libertad, la igualdad, la fraternidad no pueden ser respetados.

El Apargeit era inmoral y el mundo (occidental) lucho contra él y venció. La Ablación es inmoral y nadie lucha contra ella, al igual que la poligamia (tolerada y subvencionada por el mundo occidental), al igual que el matrimonio concertado o realizado con menores de edad, lo mismo que culturas que aceptan "la condena a muerte".

No, no todas las culturas son iguales, o algo por el hecho de llamarse “cultural” no puede estar fuera del discernimiento de la ética.

De otro lado la ambigüedad solo permite al político hablar sin decir nada, sin concretar nada, sin solucionar nada; pero los ciudadanos necesitan, necesitamos soluciones. La ambigüedad podría perdurar en un mundo en la cresta de la ola; pero en plena crisis no, algo hay que hacer para salir antes y mejor de ella.

César Mateos dijo...

Nos faltan años de evolución. Faltan que las generaciones se vayan recambiando. Falta que el concepto libertad versus axioma permee en la población. Falta que las Iglesias de este mundo entiendan que el respeto a las normas democráticas está por encima de sus normas por muy consolidadas y consuetudinarias que sean. Ocurre que no hace mucho la Iglesia Católica era la Ley en España, y cambiar los hábitos de párrocos añejos de paternales comportamientos e iracundos accesos, es complicado.
Tiempo al tiempo, y si no al juzgado, que en Jaén ya fallaron a favor de un vecino.
Un abrazo.

Jose L RAya dijo...

hoy he prometido a un amigo que le resumiría la idea fundamental del artículo, y a él me dirijo en especial:

Con este articulo he tratado de poner de manifiesto que llevar a la practica la laicidad se ha vuelto complejo, dado que en su origen lo único que había de hacer era separar la iglesia del estado y de otro la libertad de la conciencia moral, ambos en un en un estado homogéneo religiosa y culturalmente.
De otro lado utilizar leyes ambientales, administrativas o cívicas, para conseguir la laicidad no me parece adecuado y cuando se hace por RD o mayoría simple deja un vacío cultural que acabará llenándose de "cultura" posiblemente de "otra cultura".
He querido ofrecer, fiel a mi estilo, una solución a este conflicto, podemos estar de acuerdo con ella, matizarla, analizarla; pero no creo que la solución sea aplicar las leyes sobre el ruido para evitar el angelus en el campanario o la llamada a la oración del iman; como no sería bueno aprobar estas manifestaciones religioso-culturales porque las normas del ruido lo permiten.