viernes, 29 de enero de 2010

Piedras Rodantes Palmarias

Gerardo Palmero, el flamante concejal de cultura de El Ejido, ha dimitido el pasado martes.

Para la opinión pública excelente gestor, trajo a los Rolling Stones al Poniente, aunque le costó dos intentos, impulsó el Festival de Teatro de El Ejido que ya tiene nombre a nivel nacional, aunque muchos le discuten el mérito.

Desde fuera de El Ejido sólo le criticaría yo la pobre Biblioteca en cuanto a instalaciones.

Los trabajadores de las subcontratas que están paralizadas se alegran y dicen: "queremos pensar que hay políticos honrados y con sentido común".

Aunque sea tarde, Gerardo ha hecho lo correcto, simplemente por las implicaciones políticas. Como él mismo dijo en la rueda de prensa donde publicitó su dimisión, la cuestión judicial y la inocencia de Enciso son otro tema muy distinto que se dirimirá sobre pruebas tangibles.

Yo también quiero pensar que hay políticos honrados. Es más: lo afirmo.

Quiero pensar que hay gente dispuesta a trabajar por los demás, sin esperar demasiado a cambio. Es más: lo afirmo.

Lo que a veces me asalta como duda es si esas personas encuentran las vías para trabajar, o si las vías se encuentran con los caminos de estas personas (seguro que es sólo cuestión de paciencia y tiempo). Lo que tengo claro es que una vía, y muy directa, para trabajar y mejorar cosas por los demás es la política a pesar de lo degradada que está en este país.

Así que ya basta de criticar a los politicos en los bares y en la cola de la frutería y que cada uno se comprometa como mejor le parezca.

Estoy seguro de que hay gente que quiere alzar su voz más allá del sillón del barbero, pero....

.........¿por qué no damos con ellos?

1 comentario:

César Mateos dijo...

Políticos y honrados. Para mi que nadie sería capaz de asimilar un término a otro.
Yo creo que hubo un tiempo en que si los hubo, me refiero a personas honradas metidas a políticos. Pero hoy en día, los que hay están sobrepasados por los escándalos tan en boga.
Los que nos consideramos honrados, y quisiéramos hacer política, debieran enseñarnos. Debería haber una carrera o un postgrado. De esa forma los que nos consideramos honrados, haríamos buen uso de nuestras aptitudes, sin meter la pata (como escribir en foros, y hacer el canelo) o metiéndola poco.
En Japón a renglón seguido de una dimisión, sigue una disculpa del dimisionarios, así como de su inmediato superior. Como aquí ¿eh?
Lo del postgrado estaría bien, pero ¿quien lo impartiría?